Si al levantarte de la cama sientes un puñal invisible en la base del talón, no estás solo. Esa punzada -que a
veces te obliga a caminar de puntillas hasta la cafetera- es el síntoma más clásico de la fascitis plantar. Lo
curioso es que, aunque afecta a corredores, camareros y oficinistas por igual, sigue infra-diagnosticada:
muchos la confunden con un simple "talón machacado".
En las próximas líneas te contaré qué está pasando exactamente bajo tu pie, cómo calmar el dolor hoy
mismo y qué decisiones pueden darte una recuperación estable en los próximos meses. Al final encontrarás
la solución que mejor resultado está dando a mis clientes: una plantilla de silicona Orliman con la que han
pasado de cojear a volver a disfrutar de sus paseos diarios.

1. ¿QUÉ ES REALMENTE LA FASCITIS PLANTAR?

Imagina la fascia como una cuerda elástica que va del talón a los dedos. Cada vez que apoyas el pie, esa
cuerda se estira para amortiguar el impacto; después se acorta para impulsarte hacia adelante. Cuando la
exigimos más de la cuenta -muchas horas de pie, zapatillas planas sin soporte o un aumento brusco de
kilómetros- la cuerda se micro-desgarra. El cuerpo reacciona inflamándola, y ahí nace el dolor.
Lo importante es entender que no es un desgarro único, sino un proceso degenerativo que progresa si no
cambiamos la forma de pisar y las cargas que soportamos

2. ¿POR QUÉ DUELE SOBRE TODO AL DESPERTARSE?

Durante la noche la fascia se encoge ligeramente. Al dar el primer paso la estiramos de golpe y los
micro-desgarros "gritan". Tras unos minutos andando, el tejido coge temperatura y se torna más elástico, por
eso el dolor baja... hasta que volvemos a estar sentados un rato. En esa montaña rusa puede pasar la
jornada entera

3. FACTORES QUE ALIMENTAN LA LESIÓN (AUNQUE NO CORRAS MARATONES)

* Calzado minimalista o gastado: sin drop ni amortiguación la fascia lo asume todo.

* Exceso de peso: cada kilo extra se multiplica por cuatro en la planta.

* Pies planos o arco muy alto: ambos alteran la distribución de presiones.

* Gemelos cortos: limitan la dorsiflexión del tobillo y obligan a la fascia a compensar.

* Trabajo prolongado de pie: hostelería, sanidad, aulas, fábricas... todas esas horas suman.

4. SOLUCIONES DE EMERGENCIA (PRIMERAS 4 SEMANAS)


Antes de pensar en cirugías o tratamientos exóticos, céntrate en calmar la inflamación y darle un respiro a la fascia.

Así lo hacemos en clínica:

1. Icepacks o botella helada: 10 min por la mañana y 10 min antes de acostarse.

2. Estiramiento suave en la cama: flexiona el tobillo y tira de los dedos con una toalla antes de apoyar el pie
en el suelo.

3. Descarga con una plantilla de silicona. Aquí es donde entra en juego la Orliman (te la presento
enseguida).

4. Reducir impactos: cambia la carrera por bici o natación dos semanas; plantéate subir en ascensor si vives
en un quinto.

5. Antiinflamatorios tópicos: un gel con diclofenaco dos veces al día suele ser suficiente; evita saturar el
estómago con pastillas si no es imprescindible.